lunes, 26 de abril de 2010

RECORDANDO LO QUE ES SER COMO NIÑOS

Gran sorpresa se llevaron los congregantes cuando llegaron al templo a celebrar como cada domingo el culto de mediodía. Se encontraron con el templo adornado con flores, soles, y caritas de animalitos que los jóvenes de la iglesia habían hecho. La sorpresa aumentó cuando descubrieron que, los niños y las niñas estaban disfrazados de animalitos.

El culto fue dedicado a los niños y las niñas. Aunque el día del niño es solo una forma en que se activa cierto sector del comercio, nosotros pensamos que es un buen momento para recordar que Jesús nos enseñó a no ser un impedimento para que los niños y las niñas lleguen ante su presencia.

Que difícil es para un adulto ser como niño/a, pero cuanto obligamos a los niños/as a ser como adultos es terrible. Lo que sí es fabuloso, es ver a los niños/as como alaban a Dios a través del canto, de los movimientos del cuerpo, de su alegría al interpretar a un león, o a un conejo, y aún batir sus alas de mariposa o abejita para de esta forma adorar a Dios. Con cuanta sencillez enseñan a los adultos lo que Dios pone en su corazón, cuánto hemos olvidado los adultos ser como niños, a tal grado que Jesús también dijo en otra ocasión que si no somos como niños/as, no podemos entrar al Reino de Dios. Pablo, el apóstol aclara por si alguno tiene duda, que lo que Dios nos pide es ser niños/as en la malicia, no en el modo de pensar.

Por la tarde un buen grupo de miembros analizamos el cierre del curso "Liderazgo Ejemplar", entendiendo que la Palabra de Dios nos dice que no podemos ser personas de doble ánimo, que en griego realmente nos dice de doble ánima, alma, vida; porque en el liderazgo cristiano no podemos ser fluctuantes entre el ánimo y el desánimo, reconociendo que es muy importante estar siempre de buen ánimo y que por eso Dios nos envió al Espíritu Santo para que Él sea quien nos anime pero que al mismo tiempo nos debemos animar unos a otros, aunque lo más común en la cultura mexicana es desanimarnos unos a otros. ¡Ánimo!

lunes, 19 de abril de 2010

CUANDO DIOS SIEMBRA EN BUENA TIERRA


Ayer, cuando compartí la Palabra de Dios con la iglesia, al mediodía, Dios me permitió ver su rostro al ver brillar los rostros de los que ahí se congregaron cuando Dios estaba sembrando su Palabra en buena tierra.

Durante la semana oré, pidiéndole a Dios que asistiera la mayor cantidad de miembros posible, porque creí que el texto a compartir era muy importante. Casí todos asistieron. Siempre he consderado este texto como muy importante, pero dejame platicarte de qe se trató.

¿Ya leíste la parábola del sembrador? Que profunda y a la vez que sencilla enseñanza. Que terrible es saber que a pesar del gran esfuerzo y la lucha espiritual que se presenta en esos momentos, algunas personas oyen claramente, pero no entienden, el mensaje llega a su corazón, pero como no entendieron la Palabra fue arrebatada del corazón. No menos preocupante es conocer también que hay otros y otras que oyen claramente, reciben la enseñanza emocionados, pero apenas salen del templo y regresan a casa olvidaron ya esa enseñanza, no echó raíces profundas y fue de corta duración.

¡Cuántos distractores tenemos enfrente! cualquier cosa puede hacerte ir en la dirección contraria. Eso le sucede a algunos otros que oyeron la palabra con un poco más de atención, tratando de entender un poco más, pero como no hubo mayor profundidad cualquier distractor los llevará en sentido contrario, en la dirección opuesta.

Pero, es precioso comprender que a pesar de todas las limitaciones humanas, tanto del que oye, como del que comparte, que a pesar de los distractores que se pudieran presentar al compartir el mensaje, cuando Dios siembra en buena tierra, el que oye, entiende; como entiende da fruto, -es decir da evidencia de la obra de Dios en su vida-; y se vuelve una persona productiva para la gloria de Dios. La profundidad de las raíces de la Palabra de Dios en el corazón del ser humano hacen la diferencia. La persona se vuelve productiva en la medida de la capacidad que Dios le da a cada uno, pero se vuelve productiva en la obra de Dios.

También oré pidiéndole a Dios que todos los que asistieran pudieran comprender, solamente eso, comprender su Palabra. Ayer cuando compartí la palabra de Dios con la iglesia, al mediodía, Dios me permitió ver su rostro al ver brillar los rostros de los que ahí se congregaron cuando Dios estaba sembrando su Palabra en buena tierra...

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